martes, febrero 04, 2014

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Con temor en la mirada e inquieta la razón la joven ave atravesó el paredón, caminó y caminó largos días y frías noches le acompañaban en su andar. Para poder llegar al destino final y verle ahí reflejada en el mar a aquella luna que no lo quiso amar.... Aunque la luna ni era luna ni el mar era mar ni nada tiene que ver con la maldad.

La luna es aquella princesa Blanca de piel clara casi transparente tan brillante y rebosante que el mismo astro superior la atosiga de besos caricias y suspiros a tal grado de hacer estragos. El mar es la laguna del olvido con su suave oleaje y patos silvestres rodeada del bosque de la soledad y el amor, el amor se escucha en el canto de esa niña pelirroja que cantando tiernamente, sonríe al ver fuego sobre la piel.
El ave casi llega a su destino, pero olvido el camino, es donde aparece la niña roja que sin una sola palabra le calma el alma y le acompaña, juntos sin mirarse sin tocarse sin saber siquiera como se encontraron, siguen caminando la pequeña colorada solo le da una seña con la mirada "Sigue tu camino que el mio es distinto" y lo encamina a esa estrecha vereda que lleva al bosque de la soledad.
Sin parar en ningún instante sigue adelante con el atardecer a su espalda sabe que es poco lo que falta para encontrarse de nuevo con aquella alma blanca que no tiene memorias y no lo recuerda y siempre viste de negro para engañar a la riqueza.
El amanecer se aproxima y es ahí cuando la reconoce en un columpio encima de la laguna se acerca doce pasos y con una varita le toca el brazo "Hola estoy de vuelta en tus tierras" ella solo asiente con la cabeza y de su dulce mano extendida muy lentamente flexiona sus dedos ondulantes indicándole el camino, el ave se acerca saca su morral y de él una a una va colocando las piezas de la ballesta, hasta llegar a la pieza final, la punta plateada de oro blanco labrada con sus propias manos y lista para matar, y es así como la prepara y esta lista para disparar, se la entrega a la princesa que sabe que no lo recordará, el ave la ve a los ojos le da un beso en la mejilla y después se va lleno de sabiduría camina nueve pasos y antes de dar uno mas el arma suelta su suspiro fatal aquella flecha le atraviesa el hipotálamo y su cuerpo abandona el piso para no caer jamas. La sonrisa en su rostro es inexplicable llena de calma y tranquilidad parece pura, puro bienestar. Por su interior brota plata liquida llena de felicidad que corre por sus venas y lo eleva mas y mas. es así como retoma el camino que lo llevará a su hogar, hasta llegar a sus sabanas donde todo vuelve a comenzar.

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