Con temor en la mirada e inquieta la razón la joven ave atravesó el paredón, caminó y caminó largos días y frías noches le acompañaban en su andar. Para poder llegar al destino final y verle ahí reflejada en el mar a aquella luna que no lo quiso amar.... Aunque la luna ni era luna ni el mar era mar ni nada tiene que ver con la maldad.